El agua desde la antigüedad ha representado la subsistencia de la vida y la eterna juventud. En Granada el agua está ligada a la historia y la cultura musulmana o, lo que es lo mismo, al ADN mismo de la ciudad.
Además, el agua en la Granada nazarí servía para articular ciertos ejes de la composición arquitectónica. La presencia continua de estanques, canales y fuentes por toda la ciudad, se usaba para relacionar ámbitos aparentemente inconexos.
Sala Caliente Hammam Al Ándalus Granada
La importancia del agua en la vida diaria se puede valorar por la gran cantidad de manantiales con propiedades que se encuentran en ella.
El agua, además de fuente de vida, de calma y de salud, hacía en la Granada musulmana las veces de un espejo capaz de reflejar y multiplicar la decoración. Unida a la luz, incrementa el dinamismo de su casco urbano y origina composiciones místicas incomparables.
La Alhambra, de hecho, es el mejor de los ejemplos para demostrar la importancia del agua en la cultura musulmana.
Aunque esto no era una excepción. Los árabes que poblaron la Península durante varios siglos, no concebían la vida y una ciudad sin el agua, por lo que la cultura de los baños o Hammam fueron progresivamente siendo difundidos por toda la geografía ibérica.
Los baños árabes son una muestra de la importancia del agua de la cultura musulmana. Este culto al agua era debido a las propiedades del líquido y cómo afectaba positivamente a los cuerpos y organismos que podían disfrutarlo. Es conocido por todos, y así lo hemos publicado en este blog con anterioridad, que más que una necesidad higiénica, poder disfrutar de un baño era una costumbre social.
El agua, además de sus propiedades básicas para la vida, tenía otras funciones más místicas. No faltaba en los rituales litúrgicos por su creencia en la limpieza del espíritu, que se fusionaba con el día a día de la magia de la ciudad de la Alhambra.