“Granada es apta para el sueño y el ensueño, por todas partes limita con lo inefable…,” dijo Federico García Lorca de su ciudad natal. Y uno de los barrios más inefables para el ensueño, de cuantos pueden visitarse en España, es sin duda el Albaicín.
En 1994 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad por su “rico legado de la arquitectura árabe vernacular con la que armoniosamente se combina la arquitectura tradicional andaluza”, uniéndose al ya reconocido conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife.
Hay que verlo para creerlo, pero además exige algunas horas de nuestro tiempo, no para perderlo, sino para ganarlo. Al Albaicín se accede desde distintas zonas de la ciudad. Un recorrido muy habitual es comenzar desde la Carrera del Darro o desde nuestro propio Hammam Al Ándalus en calle Santa Ana 16, e ir subiendo al barrio alto para callejear y descubrir su historia y su presente, como uno los más bellos y significativos núcleos poblacionales de la Granada y la España musulmanas.
Fue en este lugar donde se erigió la primera corte musulmana en el siglo XI, la zirí, cuando se construyeron murallas, la Alcazaba Cadima, que se conserva actualmente, como también siguen en pie las Puertas de Elvira, Monaita, De las Pesas y Fajalauza; murallas, torres y parte del trazado urbano. Unas de las joyas del Albaicín es el Bañuelo, edificio del siglo XI que contenía los baños árabes: nuestro modelo histórico y antecedente más querido por nuestro Hammam de Granada.
El máximo momento de esplendor del Albaicín fue en los últimos años del dominio nazarí, con una población de más de cuarenta mil habitantes y treinta mezquitas.
Luego, después de la Reconquista de los Reyes Católicos, el barrio padeció grandes cambios, porque los moriscos hubieron de abandonar sus hogares, las mezquitas fueron demolidas y sobre los mismos lugares se levantaron numerosas iglesias, aunque desde sus orígenes hasta ahora no ha perdido su carácter singular.
Situado en una colina, hay que prepararse para recorrer sus callejuelas, siempre subiendo cuestas o escaleras hacia los miradores y luego bajando por su laberinto. Y sin desfallecer ir descubriendo incluso detalles que no vienen en las guías, así como iglesias, palacios, aljibes, plazas, casas y cármenes. Estos últimos son un tipo particular vivienda sola rodeada por un alto muro que la separa de la calle y que alberga en su interior un huerto o jardín. Algunos cármenes son bellísimos, pero de propiedad privada, con lo cual solo pueden intuirse o vislumbrarse; otros están abiertos al público.
Desde el Hammam Al Ándalus de Granada disfrutamos del bullicio y del encanto en las calles de este barrio bellísimo. Quisimos estar en él con toda nuestra voluntad y esfuerzo, nuestros baños árabes tenían que estar al pie de la Alhambra y al comienzo del Albaicín, porque sabemos que hay que estar muy próximos a la historia para ir haciendo la historia.