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Dicen que no hay atardeceres más mágicos que los de Granada, para muchos el lugar más hermoso de España. Cuando la jornada llega a su fin y las luces se vuelven doradas, es inevitable parar un momento y ver atardecer desde Granada. En la ciudad de La Alhambra, de la Vega, la Alcaicería y la Sierra Nevada, cualquier lugar es especial para ver atardecer y recargarnos de esa energía que deja el día al caer. Estos son algunos de los rincones que sus visitantes encuentran con más embrujo.
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Mirador de San Nicolás
Autor: Daniel Villafruela
Este clásico granadino es tan mágico que casi siempre se encuentra en la lista de lugares obligatorios por visitar de forasteros y vecinos. Se encuentra en pleno corazón del barrio del Albayzín y está ubicado estratégicamente para ofrecernos una vista idílica. Desde esta plaza llena de bullicio podemos ver perfectamente la colina de La Sabika y el conjunto monumental de La Alhambra: el Generalife, la Torre de Comares, los Palacios Nazaríes, el Palacio de Carlos V, la Torre de la Vela… Todo es posible en esta plaza que contagia alegría y arte. “Lo que más me gusta es que siempre hay gente muy diversa y mucha algarabía. Lo mismo escuchas a un guitarrista tocar flamenco en vivo, que llega una banda enorme de vientos y cuerdas y te alegran el día”, nos cuenta Ángela, vallisolitana que estudia en la ciudad.
- El Puente romano
Raúl Pérez Soto
También se le conoce como Puente del Genil y fue construido en la época de la taifa Zirí entre finales del siglo XI y principios del XII. Aunque después de mucha historia es un puente romano no romano, ya que debido a las crecidas del río tuvo que ser reconstruido, usando robustas piedras de la Malahá para ello. Está situado en plena ciudad de Granada y, como es peatonal, es un lugar de tránsito fluido. A veces hay música en directo o artesanos ofreciendo sus creaciones y es habitual que durante la temporada del espárrago haya pequeños puestos vendiendo esta delicia de la vega granadina. “Es mi sitio favorito de Granada. Desde allí puedes mirar cómo el cielo rojo se refleja sobre el río o darte la vuelta y ver el atardecer reflejado en las casas blancas de la parte alta del Realejo con todas las tonalidades que se crean”, nos cuenta Iru, canaria que trabaja en la ciudad.
- La silla del moro
Esta construcción situada en el Cerro del Sol servía como lugar de vigilancia y protección para el Generalife. Durante toda su historia ha sido utilizado como lugar estratégico, debido a la perspectiva tan global que nos muestra. Aunque no es uno de los miradores más visitados, merece la pena llegar hasta allí. Cuenta la leyenda que allí se refugio el rey Boabdil durante una revuelta que se formó en el pueblo debido a sus modales. Al huir al cerro, situado al lado de la Alhambra, pudo observar bien todo el alzamiento. “Me encanta la historia de este mirador y te hace sentir lo especial que es esta ciudad y la situación tan privilegiada que tiene”, nos cuenta Paqui, almeriense residente en la ciudad.
- Mirador de la Iglesia de San Miguel Alto
Foto: Sara Amaro
Su propio nombre indica que es uno de los miradores más altos de la ciudad y, por lo tanto, uno de los que nos ofrecen mejores vistas de ella. Desde allí podemos ver Sierra Nevada, la Alhambra, el Albayzín, el centro histórico y Sierra Elvira. Llegar hasta allí a pie no es tarea fácil, pero la recompensa merece la pena al 100%. La panorámica de Granada es tan espectacular y la tonalidad de luces tan rica, que el tiempo se detendrá durante unos instantes para hacerse eterno en nuestro recuerdo. “Es mi sitio favorito porque me gustan los sitios altos y se ve toda la ciudad de Granada”, nos cuenta Jose, jienense que vive en la ciudad.
- La vereda de Enmedio
Situado en pleno barrio del Sacromonte, es otro de los miradores más desconocidos de la ciudad. Nos ofrece una perspectiva de la Alhambra más lateral y desde ahí también podeos ver La Silla del Moro, el Generalife, la parte baja del Albayzín y el centro de la ciudad. La magia de este atardecer reside en sus luces, que, depende de la época del año en la que estemos, se torna de tonalidades anaranjadas, rojizas y hasta purpúreas. “Yo lo llamo el mirador de los gatos, porque hay muchos por esta zona. El embrujo del barrio gitano del Sacromonte y las vistas privilegiadas hacen que sea el lugar desde donde más me gusta ver atardecer”, nos cuenta Paula, logroñesa que trabaja en la ciudad.